Mi
amado clavel, tan dulce y querido,
Estas
formando parte en mi vida,
Aunque
suene absurda la ironía,
Enormemente
inundas mi alma de tu aroma
Dejas
de vivir como ahora que resplandeces,
Búscame
en la oscura noche aquella,
Donde
se ilumina tu recuerdo ausente.
Esta
carta que hoy escribo con amor,
Es
para ti mi dulce, bella y tierna flor,
Que
me llenas de alegría,
Dulce
miel que libras mi tormento.
Si
dudas tienes, del amor que profeso
Al
decir tu nombre: siente mi beso,
Y
sabrás que es real este sentimiento,
Pues
en mí; no es usual el invento.
Y
como te abrigo si tu belleza es desnuda,
Lejos
del calor han de ser tus frías noches,
Deja
que mis manos sean el cuidador,
Hasta
el día que tus hojas queden secas
Mas sin embargo seras bien conservado.
Y
hoy; amado clavelito mío, en esta serena
Y
delicada noche observándote,
Quiero
descifrar el asunto este del amor,
De
saber que estas ahí aunque solo, estas pleno.
Por
eso tierno amor de mis amores,
La
mañana que despiertan las flores
Y
cantan las aves en tu morada,
De
tu amor eterno,
Haces sentir a una mujer bien amada.
Verónica Diaz
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